La lucha de la vida, la lucha libre

La lucha libre me ha acompañado a través de mi vida. Muchos de mis mejores recuerdos tienen que ver con la lucha libre

Por Oscar Ramón López Carrillo

Me presento. Mi nombre es Oscar, soy mexicano, oriundo de Guadalajara, Jalisco. Tengo 33 años. Orgulloso padre de una hermosa adolescente de nombre Ale Victoria. Hijo de María Antonia y José Ramón, hermano de Ramsés Asgard. Fanático de los videojuegos, los comics, el anime y el Club Deportivo Guadalajara. Además, soy un gran apasionado del catch, del deporte-espectáculo conocido como lucha libre. Estaré escribiendo sobre lucha libre en este proyecto conocido como  Los Balompédicos.

Seguido hago un esfuerzo por rememorar mi primera experiencia con la lucha libre y sin duda un recuerdo llega de sopetón: mi abuelo Juan y yo sentados afuera de la Coliseo de Guadalajara esperando a los luchadores; los tiempos han cambiado, pero en los tempranos noventas los luchadores llegaban vestidos con traje y portando sus máscaras.

Era impresionante, los veía como dioses, seres fuera de la normalidad, lo más cercano que en mi vida podía estar de un superhéroe. Hoy mi abuelo ya no está y este misticismo en cierta medida se ha roto, pero la lucha libre sigue conmigo y con los recuerdos que tengo de mi viejo.

Otro recuerdo que rememoró con mucho aprecio es mi padre haciéndome decidir entre el Vampiro Canadiense y Konnan, recuerdo sus tiernas palabras explicándome que no había dinero para dos fotografías y en una de las decisiones que más me han costado tomar opté por tomármela con Carlos Espada aka Konnan. La fotografía estará en el baúl de recuerdos en casa de mi madre. Mi padre ya no está con nosotros, pero este hermoso recuerdo de él ayudándome a ser autónomo en mis decisiones jamás se irá.

El tiempo pasó, y la lucha libre siguió formando parte de mi vida. De niño, los domingos me levantaba, compraba tacos del tianguis del Batán y me disponía a ver el programa de AAA. Luego de adolescente vinieron los sábados de Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) que eran acompañados de una torta ahogada, y con los años esta torta venía acompañada de una cerveza.

Años después, regresé a ver la lucha libre en vivo a la Coliseo de Occidente, dinámica que compartía con mi hermano Ramsés, quién llegó a tener una de las libretas de autógrafos más cotizadas de la ciudad, conocimos prácticamente a todo el elenco del Consejo Mundial de ese entonces. Pasó el tiempo y a él le dejó de interesar, yo comencé a ir con la novia de turno, en ocasiones me pregunto cómo aguantaban a alguien que prefería ir a la lucha libre que al cine, pero supongo también les gustaba.

Después, me convertí en padre, y llevaba a mi hija a las arenas, Victoria creció y ahora de adolescente recordar que de bebé le levantaban en brazos los luchadores le es muy vergonzoso. He ido a la lucha libre con cada persona que he considerado importante en mi vida. Si estás leyendo esto y he ido a la lucha libre contigo, aprécialo no voy con cualquier persona.

Como verán, la lucha libre me ha acompañado a través de mi vida. Muchos de mis mejores recuerdos tienen que ver con la lucha libre, incluso la llevo en mi cuerpo, tengo un tatuaje de Atlantis, mi luchador favorito, en la pierna izquierda. La lucha de mi vida, la lucha libre.

Yo soy Oscar y voy a estar compartiendo con ustedes, una vez a la semana, mi columna sobre lucha libre. Por hoy quedamos en espaldas planas, nos vemos hasta la próxima.

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