Hace cinco años se escribió esta historia, mezcla da historia y ficción, de un hombre que estaba a unas horas de vivir el primer campeonato de Chivas, por lo que en Los balompédicos decidimos volver a publicarla
Guadalajara, Jalisco, a jueves 03 de enero de 1957
A mi hijo, también para los hijos de mi hijo:
Mediante esta misiva quiero expresarte lo que siento en este momento para que cuando seas mayor la leas y admires o juzgues al frenético de tu padre por unos colores de la camiseta de un equipo de futbol llamado el Club Deportivo Guadalajara.
Cuando llegué a radicar a Guadalajara tenía tan sólo ocho años (1933), tus abuelos y yo nos instalamos en la humilde y pintoral barrial tapatía de Analco, mi lugar favorito de esta ciudad que huele a pura tierra mojada. Sin lugar a dudas, la jovialidad de nuestros vecinos no se hizo esperar y el primer domingo que pasó nos invitaron a tu abuelo y a mí a observar un deporte extraño para nosotros llamado futbol.
Ya entrando en campo de El Paradero, que está ubicado cerca de San Pedro Tlaquepaque, observé dos identidades completamente distintas entre los equipos y sus simpatizantes. El primer club en saltar era el Atlas, que vistió de rojo y negro; sus aficionados se encontraban en el lugar techado, sentados y vestían ropa alineada. Muchos portaban trajes elegantes y sombreros de copa.
El segundo equipo fue el Guadalajara, que vestía de rojo y blanco; sus aficionados se encontraban de pie y en la parte donde daba el sol, esta gente era de un extracto social más humilde, un lenguaje burdo y utilizaban ropa barata, algunos hasta rota, sombreros de paja y chanclas. Tu abuelo y yo nos dejamos guiar por los segundos.
Poco a poco fuimos entendiendo lo que era este deporte y la identidad entre las personas que lo siguen a través de dos equipos de una oncena de miembros que combatían por una pelota de cuero sobre verde y bien cortado pasto del inmueble. También entendimos que los pobres, o “los rotos” (como los llamaban), sentían ese triunfo, aunque sea por 90 minutos, eso era una lucha de clases plasmada en el campo de juego. El resultado fue una aplastante victoria del Guadalajara al Atlas por 8 goles a 1; tanto tu abuelo y yo simpatizamos y nos vinculamos con los rojiblancos a partir de ese día.
Durante esos primeros diez años, el Guadalajara salió tres veces campeón de la Liga Amateur de Occidente (Guadalajara, Atlas, Nacional, Oro, entre otros), vimos como se formaba una Selección Jalisco con los mejores jugadores de los mejores equipos de acá y se iban a competir contra los equipos ricos y poderosos de la Ciudad de México (España, Asturias, Necaxa, Atlante, América, etc.), donde al tú por tú, nuestra amada Selección daba cátedras de muy buen futbol surgido en esta tierra donde crecen los agaves, se bebe harto tequila y se escucha el son del mariachi, estampa la identidad de los tapatíos.
1943 es el año en que llegó el profesionalismo al futbol mexicano, por lo que los dos acérrimos rivales de la “Ciudad de las Rosas” llevarían la estafeta del balompié de estas tierras donde la gente es noble, pero valiente. Los primeros años no fueron fructíferos para el Guadalajara en resultados, pero sí en identidad. Recuerdo las palabras de Don Ignacio López Hernández, quien fue el presidente del club en ese año: “Este club vencerá, hasta el final, a base del talento y el esfuerzo de once jugadores mexicanos”, palabras que se cumplieron al pié de la letra, esa identidad que fueron ganando los corazones de los aficionados de todo el país, a pesar de los malos resultados.
También nos ganamos nuestro mote burlesco gracias a una nota de Reinaldo Martín del Campo, del periódico El Informador, quién la encabezó, “Jugaron a las carreras y ganaron las ‘chivas’ uno a cero”, lo que ocasionó la burla de los aficionados rojinegros y nos decían “chivas brinconas”, en venganza de que nosotros les pusimos “Las Margaritas”, porque pensamos que son “delicaditos” para este deporte, pero lo que no esperaron es que nosotros tomáramos como nuestro grito de guerra el nombre de “Chivas”, ya que decir Chivas es decir Guadalajara.
Pasaron los años. En 1949 se sentían campeones a la última jornada, pero les saboteamos el festejo con un marcador de 3-1, por lo toda su algarabía quedó guardada dos años, ya que un 22 de abril de 1951 se registró una injusticia.
El árbitro “El Cuate” Salceda marcó una mano ilegítima al “Rafles” Orozco y les regaló a los del Paradero un penalti, mismo que lo cobró el costarricense Edwin Cubero de manera excelsa para darles el título y el derecho de decirnos que son los únicos campeones de Jalisco de forma burlesca.
Al finalizar el juego, Salceda fue despedido del campo a cojinazos y una lluvia de basura, se fue como un bandido de pueblo. Pero no sólo quedó la tragedia allí, el buen Ángel Bolumar, falleció debido a un ataque al corazón al ver el atraco que sufrió su amado y querido Guadalajara en el Parque Oblatos, donde Jaime “Gómez, “Rafles” y Tomás Balcázar juraron vengarse.
No nos imaginábamos lo que sucedería dos años después, ocurrió una gran tragedia para el equipo rojinegro al quedar en último lugar y se fueron a Segunda División, lo que nosotros lo tomamos como una verbena, tanto así que le hicimos un funeral a las afueras del Parque Oro, cargada que hizo enojar y llorar a más de un aficionado del Atlas.
En los últimos años hemos estado cerca de alcanzar ese anhelado campeonato, pero en las últimas jornadas se desmorona las esperanzas con los resultados en contra. Las carcajadas de todos los que están en contra de esta institución no se hicieron esperar, hasta nos pusieron el mote de el “ya merito”, pero este equipo ha tomado una representación importante en el balompié, un equipo que cada día está más arraigada su identidad plasmada en los corazones de la gente más humilde y luchona, ya no sólo de Jalisco, fuera de estas tierras también.
Hace un año naciste hijo mío, has sido lo mejor que me ha dado la vida junto a tu madre que tanto amo, pero yo sueño con esa copa que diga que somos campeones del futbol mexicano. Este año el Guadalajara ha realizado juegos memorables a base de lucidez, gallardía y resultados, el día de hoy puede ser histórico si siguen con esa tendencia, sólo una victoria se necesita, solamente un gol que mueva la red del equipo contrario para ser el ser humano más feliz de todo el mundo.
Hoy más que nunca el entrenador uruguayo Ronald Ross debe de decirle a Jaime “Tubo” Gómez, Pedro “Chato” Nuño, Guillermo “Tigre” Sepulveda, José “Jamaicón” Villegas, Juan “Bigotón” Jasso, Panchito Flores, Isidoro “Chololo” Díaz, Crescencio “Mellone” Gutiérrez, Ángel “Chato” Vázquez, Raúl “Pina” Arellano y Salvador “Melón” Reyes que no juegan sólo por ellos, juegan por uno de los corazones que nos identificamos con esta institución, estos colores y esta filosofía de mirar el balompié.
Hijo, ya es tarde y comienza a oscurecer, me voy al Parque Oblatos a ver el Guadalajara – Irapuato. Si el sueño se cumple, escucharás la anécdota de que me volví loco, que no regresé varios días a casa, que estuve borracho de alegría gritando “El Guadalajara es campeón del futbol mexicano”.
Espero que algún día sientas de igual o mayor forma estos colores como yo los siento, que veas muchos campeonatos rojiblancos, ¿y por qué no?, un día jugar con la casaca rayada, que la frase “FRATERNIDAD, UNIÓN Y DEPORTE” esté muy presente en tu corazón y hacer muy feliz a este futuro viejo que te ha amado desde el primer día que te cargo en sus brazos.
TE AMA TU PAPÁ